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Aftersun (2022): bella melancolía

  • Foto del escritor: Juan Velis
    Juan Velis
  • 15 dic 2022
  • 2 Min. de lectura

Aftersun fue aclamada en el Festival de Cannes y es el debut de la directora escocesa Charlotte Wells.


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La producción aclamada en Canees, Aftersun, ya está disponible en salas de cines. En la opera prima de Charlotte Wells, Calum (Paul Mescal) y Sophie (Frankie Corio), padre e hija de 30 y 11 años, se van a pasar las vacaciones de verano a una de esas hermosas playas de Turquía. En una línea temporal establecida veinte años más adelante, la misma Sophie recuerda y rememora.


Los retazos de memoria podrían estar condicionados por la perspectiva interna de la protagonista, pero, de cualquier manera, su joven padre exuda pureza y afecto. El peso de la vida machaca y castiga la temprana adultez de Calum, pero debe enmascarar esos verdaderos dolores del alma frente a su hija. Ese tiempo es enteramente suyo, y deben aprovecharlo al máximo. La más honda melancolía se apodera de Aftersun más temprano que tarde.


El papel de Mescal y Corio

Paul Mescal (más conocido por Normal People) hace el que sin dudas es su papel más maduro y dramático, interpretando a este encantador padre atormentado que debe lidiar con la parte más compleja del vínculo paternal: esa que exige invisibilizar los traumas y conflictos internos ante un ser querido, aunque por dentro el derrumbe anímico sea tan impiadoso como inexorable.

Aftersun es un relato tan sutil como sensible y emocional. Recorre una concatenación de situaciones diarias en un paraje turístico de ensueño con una templanza y parsimonia que contrasta con sus vaivenes melancólicos. Uno no puede aseverar que sus imágenes transmiten calma y pasividad, porque en cada una de las escenas que comparten Sophie y Calum pareciera haber algo a punto de estallar. Sin embargo, sabemos desde un primer momento que nunca asistiremos a dicha explosión: un estallido que podría ser un plus de información, una revelación dramática crucial, epifánica, que nunca llega. Aunque se sugiere con fuerza y carga emotiva.


La cámara registra en modo observacional y testigo, sin generar disrupciones ni saltos en el ritmo continuo y casi pesado que transmite la película. Pero no: no podemos hablar de calma y placidez. La tensión se acrecienta, como filtrándose por los poros de un vínculo padre-hija que desborda compañerismo, cariño y buenas intenciones, pero exige algo más, enmendar algo que queda tácito, que nunca se nombra del todo.

Esa vacancia, que consagra la sensación agridulce de ambigüedad y melancolía envolvente en la ópera prima de Wells, es lo que hace a esta película tan especial, atrayente y seductora. En definitiva, de eso se trata: el cine es tensión precisa entre lo dicho y lo no dicho, lo mostrado y lo sugerido. Lo tácito habilita la dimensión implícita, redimensiona el enigma y consolida la empatía con sus personajes. Películas como Aftersun representan el más bello dolor del mundo.


Publicado originalmente en Cinéfilos Oficial.

 
 
 

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