~ Sobre Cadáver exquisito (2022) de Lucía Vassallo.
~ Disponible en Cine.ar
La cineasta argentina, reconocida por destacados documentales como Línea 137 (2020), indaga por primera vez en la ficción arrojándose a un relato frío (tanto narrativa como estéticamente) y siniestro, protagonizado por una deslumbrante Sofía Gala Castiglione.
Una escena
En la escena inicial de este reciente estreno de Cine.ar podemos ver a Blanca (Blanca Nieves Villalba), una joven mujer que identificamos rápidamente por sus características físicas -es albina-, a punto de sumergirse por completo en una bañadera que rebalsa en agua turbia. Pero esa turbiedad no es necesariamente propia de la naturaleza del agua, que no cesa de correr mientras la canilla permanece abierta y el ritmo vertiginoso ya se apodera de los primeros segundos de película: es un penumbroso gris generado por la sobreexpuesta palidez lumínica, potenciado por el vapor que empaña la imagen de un blanco cristalino distorsionado, agitado por el burbujeo que provoca el cuerpo hundido que de a poco se va extinguiendo… Las expresiones visuales que podemos advertir claramente en esta secuencia introductoria englobarán toda la película.
Con esa primera aproximación, que complementan unos desesperados gritos en off (“¡Blanca!”) que acaban de ingresar a la casa, Lucía Vassallo establece el tinte estilístico y de género que nos acompañará durante el resto de su primera exploración ficcional. Se trata de una película de carácter sórdido y misterioso, articulados estos componentes en un ineludible in crescendo constante que se focaliza rápidamente en Clara (el personaje que interpreta audazmente Sofía Gala), una joven que acabará por obsesionarse con Blanca hasta perder el control y la cordura.
Un conflicto
Pero retomemos la trama: Cadáver exquisito nos narra, a través de una estructura fragmentada en saltos temporales que van del presente al pasado, una relación sentimental agitada. El problema es que Clara se deja cautivar de lleno por la sensibilidad de Blanca, una notable científica que se encuentra investigando el comportamiento de una hormona -la oxitocina- durante el proceso químico del orgasmo y su posible aplicación en el tratamiento de trastornos como el autismo. Ésta última concibe el vínculo desde el lado de la pasión erótica, conducida por un fervoroso deseo más desarraigado del sentimiento y la monogamia, y es por ello que mantendrá relaciones con otras personas, secretamente, que Clara irá descubriendo más adelante. En el tiempo presente, Blanca está internada en estado vegetativo en el hospital, tras el enigmático episodio de la bañadera. En el pasado, se nos van explicando los vaivenes de la relación, en donde nos enteramos que Blanca tenía intenciones de hacer pruebas en su propio cuerpo con la aplicación del tratamiento que se encontraba investigando.
Lo cierto es que, mientras ella sigue en coma, el relato se posiciona de lleno en la visión dislocada y urgente de esa realidad por parte de Clara; quien, a medida que vaya descubriendo esos amoríos ocultos que su amada ocultaba, se perderá en su propio laberinto. Primero, dejará estallar su costado tóxico a través de reclamos, ironías y auto-condenas, aún sabiendo que Blanca permanece en coma pero aparentemente segura de que la está escuchando. Luego, emprenderá un camino sin retorno que desencadena en la disolución de su propia identidad, para apoderarse física y mentalmente de la realidad que antes vivía Blanca.
Un cuento de fantasmas
Es que la película de Vassallo es una historia de fantasmas, de espectros de identidad que acechan y consumen a una solitaria y compulsiva mujer (Clara) que es incapaz de aceptar una potencial pérdida no resuelta, no justificada ni explicada. ¿Por qué su pura, luminosa y adorada Blanca le ocultaba esas otras relaciones? ¿Por qué la pasión y el deseo a menudo cubren y disfrazan, opacan, una aparente aspiración común que finalmente no era tal? Clara, la protagonista que se va tornando cada minuto más siniestra y demencial, se ve obligada a enfrentar y atravesar estas disyuntivas emocionales. Lo ominoso y siniestro se presentan, desde una perspectiva estética y también dramática, en estos aspectos: el extrañamiento en un vínculo cotidiano, familiar, próximo, consabido… La oscuridad que invade insidiosamente a la luz. El manto negro que se empecina hasta abalanzarse por sobre lo blanco. Lo siniestro aparece en la evidente pero eficaz alegoría que la directora articula en Cadáver exquisito (también implícita en el título): la blancura y presunta pureza o fragilidad emocional de una persona puede en verdad terminar revelando y desencadenando todo lo contrario.
Lo blanco también aparece como una sustancia inmaculada, virgen, casi transparente… Y es precisamente esa transparencia, esa condición translúcida que la dirección de fotografía también refuerza en relación con las características físicas del personaje, el rasgo que lleva a Blanca a su disolución y transposición de su identidad a la intempestiva Clara. La reflexión consciente a propósito de los roles y comportamientos que muchas veces asumimos (y damos por supuestos) en una relación, prevalece una vez que la película nos arroja el último plano.
Cadáver exquisito es una atrayente entrega del cine nacional, de breve duración y ritmo tensionante, que se puede ver como estreno en la plataforma Cine.ar.
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