~ Sobre Corazón Azul (2021) de Miguel Coyula.
Parece que Fidel Castro, allá por los 60 cuando arribó al poder máximo en la isla cubana, maniobró un plan en articulación secreta con organismos paraestatales en pos de consolidar un futuro social prometedor mediante el experimento científico del “hombre del futuro” (aunque técnicamente llevara otra denominación). Se trató de un plan estratégico que consistía en alterar genéticamente a los seres humanos para constituir así ese superhombre proyectado a imagen y semejanza de grandes estandartes simbólicos humanos (como la imperturbable figura del guerrillero argentino “Che” Guevara).
Obviamente, como en toda película de ciencia ficción que aborda en su trama la ambición política y experimentación científica, algo sale mal. Ese puñado de seres genéticamente trastocados y modificados no se convierten en superhombres sino en un fervoroso y truculento grupo anarco-terrorista que buscará destruir simbólica y físicamente las instituciones político-gubernamentales de la desvaída Cuba comunista.
Algo así (ni cerca, pues la forma cinematográfica condiciona el contenido narrativo) nos quiere narrar Miguel Coyula en esta arrojada entrega.
Corazón azul es una magnífica entrega de parodia y sátira política mixturada con procedimientos de estilo y formato extraídos de la lógica del falso documental (el director toma declaraciones públicas y discursos de figuras políticas de la talla de Barack Obama, el mismo Castro e inclusive Donald Trump), y por supuesto, todo esto envuelto en un manto ciencia-ficcional de bajo presupuesto (pero no por ello menos atractivo ni ampuloso).
Miguel Coyula tardó 10 años en producir esta magistral obra, particularísima y singular. Sin apoyo de ninguna entidad o institución. Rebosante de estética de cine independiente desde sus aspectos éticos, poéticos y formales.
Tuvo su presentación oficial en el reciente BAFICI, y estrenó en su momento en el Festival Internacional de Cine de Moscú.
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