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Foto del escritorJuan Velis

Decálogo #4 (1988): Honrarás a tus padres

Decálogo 4 (1988) de Krzysztof Kieślowski.


~ En YouTube.




"Honra a tu padre y a tu madre, para que se prolonguen tus días sobre la tierra que el señor, tu Dios, te va a dar".


Un padre (Mikal), su hija (Anka) y la perturbación siempre inminente de su relación: el descubrimiento de una carta dejada por la madre fallecida de la joven. Una serie de revelaciones cruciales que habían permanecido silenciadas desde hace tiempo salen a la luz. Sentimientos inconclusos entre los protagonistas. Una tensión sexual, incestuosa. Deseos impúdicos reprimidos que los llevarán finalmente a una decisión en pos de no cometer un posible pecado que podría devastar esos códigos morales que permiten una convivencia "armónica" entre ambos.


Una relectura ética que pone de manifiesto una perturbada moral. Todas las entregas del Decálogo apuestan a estos temas impíos e incómodos, poniendo a prueba ese célebre binomio ética-moral: no son lo mismo. La moral es lo debido o indebido según la convención explícita o implícita de la sociedad. La ética es el despliegue discursivo estético que ofrece Kieslowski, como crítica de un podrido sistema moral que nos normativiza y "chipea".


El tabú del incesto. Y, de algún modo, el subtexto termina siendo fecundo y enternecedor... Ese conflicto tremendamente reprimido y prohibitivo que se desata ante la declaración casi expresa de sus deseos, termina siendo una ilusión proyectada de otro deseo acaso más verdadero: la añoranza de volver a la niñez y a la tierna infancia. De cantar canciones para dormir, de acariciar la espalda de una hija amada y sentir que ese instante puede llegar a ser eterno. Pero es fugaz, y por eso abre paso a la desestabilización moral.


Kieslowski fue, tal vez, el cineasta que mejor entendió que el ser humano es frágil, débil y crudo como los paradigmas moralizantes aparentemente imperturbables que él mismo edificó. Convencidos de una solidez que no es tal, de una corrupción moral que es inherente a cada unx de nosotrxs, y seguimos negando cegados por el trajín diario sistematizante en el que estamos inscriptos.

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