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Foto del escritorJuan Velis

El reino, de Marcelo Piñeyro: en el nombre de Dios

La dupla Marcelo Piñeyro - Claudia Piñeiro, que ya se habían cruzado previamente en producciones argentino-españolas como Las viudas de los jueves (2009), presentan en el mundillo de la N roja un relato turbulento, de reparto coral y estelar; que se acomoda rápidamente en los alcances del thriller político: la serie El reino. Estreno en Netflix el 13 de agosto de 2021.




Sinopsis

Tras el asesinato de su compañero de fórmula, un líder religioso va por la presidencia. Su gran oportunidad y la verdad sobre el crimen esperan.

Magnicidio, poder y House of cards

No nos demoraremos demasiado en la trama, principalmente porque sus personajes son múltiples y todos parecen ocultar algún secreto crucial. Lo importante es conocer el desencadenante del conflicto central: un asesinato efectuado en el marco de presentación de una fórmula presidencial. El principal candidato a presidente, Armando Badajoz (Daniel Kuzniecka), es apuñalado por la espalda en pleno acto, y el devoto pastor Emilio Vázquez Pena (Diego Peretti), potencial vicepresidente, se verá forzado a tomar drásticas decisiones. Por detrás, descubriremos que se edifica un mundo de corrupción y de juegos de relaciones de poder que los principales protagonistas de esta trama no tardarán en reconocer.

Pero esta House of cards latinoamericana y argentina elige bucear en las aguas turbias de la iglesia evangélica, y subraya con énfasis algo que todos bien sabemos (y por esto es que la serie resulta tan oportuna, en términos temáticos y socioculturales): los líderes eclesiásticos, acaso más que los políticos, aparentan mucho menos de lo que esconden.


Porque pronto saldrán a la luz secretos impúdicos relacionados con el abuso infantil, dinero mal habido, extorsiones, y hasta insólitos misticismos sobrenaturales.

El acierto de la serie El reino es que obtiene lo que se propone sin rodeos: un relato clásico atrapante y pomposo que introduce el misterio de entrada, en relación a un magnicidio político, en tiempos de polarización ideológica tanto nacional como global. ¿Qué puede ser acaso más atrayente que esto? En tiempos de postrumpismo y de dominación eclesiásticopolítica en países continentales tenebrosamente cercanos como Brasil, se trata de un contenido más que atractivo.

Un thriller universal que deja dudas

Los diálogos explícitos y expositivos sostienen estos extremos que la serie evidencia hasta el final. Más allá de que casi todos los personajes se conciben como moralmente condenables, son claros en su caracterización y el espectador no demora en identificar a los buenos y los villanos. Por eso El reino es una serie factible de ser disfrutada y comprendida en cualquier parte del mundo. Lo primero que destaca es su soberbio despliegue de producción y calidad técnica, en pos de esta visión internacional y universal que pone de manifiesto. No obstante, se incluyen pertinentes referencias a la actualidad sudamericana, y a acontecimientos funestos de Argentina como la terrible crisis del 2001.

Lo cierto es que la serie, a lo largo de sus 8 episodios, no se corre de los lugares comunes del thriller. Juega con la exacerbación de los conflictos, con un sólido Joaquín Furriel componiendo al principal villano (y al mejor personaje de toda la serie).

Conclusión de 'El reino'

Hacia el final, como se podía anticipar, las cosas se desdibujan un poco y aparecen las temidas incongruencias del guion. La vertiginosidad con la que parece concluir El reino genera inexorables interrogantes, de cuestiones que claramente no cierran:

¿Qué sucede con esos caprichosos poderes del Pescado? ¿Acaso no podría haberse teletransportado a otro espacio junto al bonachón Tadeo (Peter Lanzani) justo antes de que los atraparan? ¿Y el absolutamente vano personaje interpretado por Sofía Gala, que nutría de misterio esos primeros episodios? ¿Debemos simplemente aceptar que se trata de otra mera víctima de ese encantamiento evangélico fanatizado y ya? ¿Por qué tanto énfasis en la aparente vocación benéfica de Tadeo y Remigio? Si sólo actuaron cuando el amenazado fue “el elegido”, y no lo hicieron en defensa del resto de los niños desolados. ¿Y ese final más incierto que catastrófico entre el ensimismado Julio Clamens (Chino Darín) y Ana (Vera Spinetta)?


El reino, que articula desde un principio recursos propios de un thriller clásico universal, se tambalea a lo largo de sus 8 episodios. Ofrece secuencias brillantes (como la sórdida reflexión sobre el amor en el capítulo 7), pero deja más preguntas que respuestas en un producto que parecía apuntar a otra cosa.


Publicado originalmente en Cinemagavia (España).

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