top of page
Foto del escritorJuan Velis

Planta permanente: más real que nunca

Planta permanente dirigida por Ezequiel Raduzky expone la cruda realidad de ciertos entornos laborales en donde la explotación y la precarización son moneda corriente; y en donde los empleados acaban ensimismados en busca de una posible solución que, casi siempre, es obstruida por el propio sistema.


Lila y Marcela (Liliana Matínez y la recientemente fallecida Rosario Bléfari) son dos ordenanzas de limpieza de una dependencia estatal, que a la vez sostienen un comedor clandestino dentro del edificio, a donde suelen ir a almorzar la mayoría de los/as trabajadores/as. Todo se empieza a derrumbar cuando cambian las autoridades de la dependencia y llega la nueva jefa (interpretada por Verónica Perrota), quien luego de un declamado discurso de bienvenida, comienza a generar una crisis en la relación leal de Lila y Marcela.




Sinopsis

Lila y Marcela trabajan desde siempre como personal de limpieza en un edificio estatal. Conocen sus secretos como nadie y se han inventado una forma de subsistencia –y un sueño– gestionando un comedor absolutamente irregular en un rincón abandonado del edificio. Pero los tiempos cambian: llega una nueva directora –con sus discursos cínicos, plagados de lugares comunes– y con ella las promesas vacías, el cierre del comedor y una ola de despidos que destruyen el precario equilibrio, transformando las tareas cotidianas en una lucha por la supervivencia.

El crudo realismo

Se trata de otra efectiva muestra más de las desigualdades a las que asistimos a diario, cargada de un realismo riguroso y explícito, con personajes que aún en su rutinaria cotidianidad logran cautivar y generar la identificación automática del espectador. Un realismo crudo que se encuadra en los parámetros más convencionales del relato clásico: personalidades contrastadas y contrarias, personajes nobles y malvados, sin medias tintas. La villana es bien villana, así como Lili (la principal protagonista) es bondadosa y cordial y, por eso mismo, presa de sus propios límites y de su propia ambición bienintencionada.


Realidad y ambición humana

Ese ritmo de vida en el que se ven envueltos los personajes nos resulta natural y cotidiano y, sin embargo, nos interpela y nos moviliza hasta la frustración. Sabemos que no hay mucho que hacer al respecto, sabemos en qué consiste una licitación pública y quiénes son los jefes económicos en una institución.

Somos conscientes de que ese posicionamiento jerárquico implica poder simbólico, social e ideológico, más allá del económico. Mientras que afuera acucian el desempleo, los despidos, las magras condiciones laborales, la flexibilidad contractual y laboral generalizada en la administración pública y la privada. Todo eso lo sabemos, nos inquieta y nos perturba, pero ¿Qué podemos hacer al respecto? Y, principalmente: ¿Qué podemos hacer cuando, al mismo tiempo, debemos enfrentarnos con nuestra propia ambición humana?


Conclusión de 'Planta permanente'

Planta permanente, nuevamente, expone una trágica realidad cotidiana desde la mirada algo ingenua pero efusiva de Lila. Resulta curioso, por lo tanto, identificar cómo el cine opera desde los extremos para volver crítico y consistente su discurso. Porque la mirada sesgada, previsible y cargada de prejuicio de su nueva jefa, está exacerbada. La mirada alterada de esa nueva figura de autoridad, y la caracterización de su estatus como personaje, es llevada al extremo. Desde la ironía, desde la parodia y desde el repudio. Y, aún así, se siente más real que nunca.


Publicado originalmente en Cinemagavia (España).

Comments


bottom of page