Se cumplen casi cien años del nacimiento de una de las figuras más emblemáticas y controversiales de la historia del cine: Paolo Pasolini, un cineasta italiano que reúne en sus idearios audiovisuales una soberbia mixtura de pasiones estéticas, que van desde la poesía hasta el artículo periodístico.
Todas sus entregas cinematográficas son reflejo de su pronunciada mirada crítica y contestataria, marcada a la vez por su fuerte carácter provocador y avasallante. Nos detenemos brevemente en una de sus obras más célebres y reconocidas: Teorema (1968).
¿Quién fue Pasolini?
Pier Paolo Pasolini (1922-1975) fue una de las figuras intelectuales y culturales más destacadas de la Europa de la posguerra. Caracterizado siempre por un fuerte estilo de connotación político-ideológica en las diversas disciplinas en las que se desempeñó, Pasolini fue un permanente cuestionador del sistema implícito de la jerarquía de clases sociales.
Sus inclinaciones políticas siempre se vieron plasmadas en sus poesías (ámbito creativo en donde incursionó en sus inicios), en tiempos en donde el fascismo italiano asomaba con despiadada amenaza no sólo desde el régimen de Estado sino desde la propia mirada estigmatizante del grueso de la sociedad. Al haber establecido contacto desde su infancia con la población campesina en la región de Friuli (Venecia), y conocer de cerca la funesta realidad social de las clases más desprotegidas y subproletarias, Pasolini tuvo siempre en claro de qué lado posicionar el valor ético de su discurso. Ese mundo campesino representaba para el reconocido cineasta la imagen de la alteridad respecto de la burguesía como clase eternamente dominante. La lucha de clases y la perdurable dualidad marxista de opresores y sometidos fueron la base teórica central del cine de Pasolini.
De esta manera, su estética cinematográfica plasmó desde siempre una intrincada mezcla de tradiciones culturales diversas, no sólo desde el punto de vista plástico y visual sino desde lo conceptual: marxismo, psicoanálisis, religión… Pero es acaso su singular postura crítica y denunciante lo que todavía prevalece y genera resonancias de sus películas en obras contemporáneas: su capacidad de cuestionar no sólo a aquellos sectores sociales considerados privilegiados y hegemónicamente instaurados, sino inclusive a su propio círculo ideológico.
Si algo se ha encargado de ofrecer Pasolini a partir de sus viscerales narrativas audiovisuales, es una mirada crítica hacia toda la sociedad en su conjunto, incluyendo las debilidades de los sectores históricamente desposeídos con los que él mismo se sentía identificado.
¿Qué es Teorema?
Teorema es una película que el autor italiano realiza y estrena en 1968. En su discurso visual y sonoro siempre alegórico y enigmático, Pasolini expone la idiosincrasia de la sociedad burguesa tradicional de mediados de siglo, retratando la cotidianeidad repentinamente alterada de una familia tipo de aquel entonces. La síntesis narrativa podría ser la siguiente: una familia burguesa tradicional de clase alta recibe como huésped a un joven universitario. Durante su breve estadía, el muchacho se involucra sentimental y sexualmente de diversas maneras con cada uno de los miembros de la familia, generándoles posteriormente (tras su partida) una transformación existencial tan plena como catastrófica.
El planteo dramático de Pasolini no hace más que resquebrajar los patrones, cánones y valores morales socio-culturales de la clase burguesa, hegemónicamente instaurada, que sucumbe ante la aparición del deseo impúdico e inmoral. La llegada de ese joven prohibitivo, con su seducción indecente, impone un nuevo orden (un des-orden) ante el orden instalado en esa convivencia tan armónica como monótona, gris y maquinal. En cada uno de los miembros de la familia se despierta y libera la repulsión agresivo-sexual, impura, y luego de esto Pasolini los deja cruelmente expuestos como meras cosas, como inútiles componentes de una operación sistemática global que es la sociedad en sí misma.
Un dilema de clases
Sin embargo, la tesis central de la película cava aún más hondo en el dilema moral de las clases sociales: en la escena inicial se observa al padre de familia cediendo su poderosa y productiva fábrica a los trabajadores de la clase obrera. Más tarde descubriremos que se trata de un flashforward y esta escena cobrará otro nivel de relevancia mucho más trascendental, en donde la mirada aguda de Pasolini vuelve a entrar en tensión con sus principios ideológicos. Siembra el interrogante inexorable: ¿ese acto de cesión por parte del patrón representa el apoderamiento de la clase desprotegida de los medios de producción? ¿O, por el contrario, significa que los obreros podrán por fin asumir su condición de sujetos pequeño-burgueses, y permitirse especular y sentirse representados por aquel estatus económico que siempre les había sido negado?
La disyuntiva es trágica, porque Pasolini deja en claro su sentencia a través de las imágenes, tan cargadas de poética como de violencia: la revolución proletaria está perdida, la homologación burguesa ha triunfado. No obstante, lo que termina sobrevolando en Teorema es el cuestionamiento a lo que podríamos llamar el status quo, la convención predominante inherente a cualquier contexto histórico.
El despliegue formal
Más allá del trasfondo narrativo y los ejes conceptuales, vale hacer mención al tratamiento plástico-formal de Teorema: la secuencia inicial en sepia y mudo, los inserts míticos y alegóricos del desierto como indicio del vaciamiento existencial al que están siendo paulatinamente condenados sus personajes, el uso de cámaras subjetivas un movimiento de cámara desprolijo y desofisticado, etc. Todos estos aspectos técnicos dan cuenta del desorden y la desestabilización a la que es sometida la familia hétero-burguesa que Pasolini retrata.
Al fin y al cabo, perdidos en ese horizonte existencial, nos encontramos todos/as los seres humanos en algún momento de nuestras vidas: buscando una esencia en lo más profundo de nuestro ser. De esto también se encarga Pier Paolo Pasolini en Teorema. De aseverar que ese alma oculta no existe: en el fondo, no somos nada. En nuestros matices, comportamientos y acciones podemos ser deseo, arte, afecto (conceptos que configura la cultura); pero no hay respuestas ocultas en el fondo de nuestro ser, porque no somos nada más que capas de cultura. Como es tristemente sabido, Pasolini murió asesinado el 2 de noviembre de 1975 bajo circunstancias que aún hoy en día no han sido esclarecidas del todo. Sus feroces detractores eran muchos, personas que concebían a su cine como una grandilocuente opereta obscena. Visto en retrospectiva, el cine del realizador italiano sigue incomodando y resultando críptico y visceral a la vez, pero no por ello menos valioso. El revisionismo histórico en el cine es necesario: en tiempos de polarización y de grieta político-ideológica, es primordial sacar a la luz nuevos –viejos– interrogantes que pongan de manifiesto las debilidades y flaquezas de los extremos enfrentados. El cine de Pasolini, visto desde hoy, resulta ser una herramienta ineludible para eso.
Publicado originalmente en Cinéfilos Oficial.
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