En la última entrega del ciclo Small Axe, Steve McQueen ofrece una síntesis casi perfecta: un relato que gira en torno al rol de la educación en los años 70 que constituye una reflexión autobiográfica del propio director. Educación se propone visibilizar lo invisibilizado, dentro de estos temas de conflicto. Presenta la historia de Kingsley (Kenyah Sandy), un niño entusiasta y apasionado que, a raíz de algunas dificultades de aprendizaje, es enviado por las autoridades a un colegio de educación especial. Pronto descubriremos que la palabra especial, en aquellos ámbitos, implica operaciones de discriminación institucionalmente legitimadas.
Sinopsis
Kingsley es un adolescente de 12 años con una insaciable fascinación por los astronautas y los cohetes espaciales. Le gustaría viajar al espacio y jugar en el Tottenham. Cuando es sacado de clase y llamado al despacho del director por su mal comportamiento, descubre que van a enviarlo a una escuela para “con necesidades especiales”. Sus padres, sumergidos en sus respectivos trabajos para salir adelante, no son del todo conscientes de las políticas de segregación que están evitando que muchos niños disfruten de la educación que merecen. Hasta que un grupo de mujeres decide tomarse el asunto en serio.
La educación subnormal
Kingsley tiene serias dificultades para leer de corrido y se distrae muy fácilmente, pero eso no opaca su imponente instinto creativo. Sin embargo, para las autoridades del colegio esas son razones suficientes para trasladarlo a una institución abocada a formar alumnos con características subnormales. Los padres de Kingsley (Sharlene Whyte, Daniel Francis), lejos de alarmarse, lo entienden como algo necesario, cegados por su ignorancia y atosigados por sus rutinarios trabajos. Todo cambiará cuando Hazel (Naomi Ackie), una psicóloga infantil, llegue al establecimiento con esperanzas de transformar las tristes condiciones del colegio.
El cineasta británico nos vuelve a atrapar con una notable apuesta mucho más dramática y emocional que el episodio anterior. Es una obra que, a pesar de su fuerte énfasis narrativo, retoma ciertos aspectos descriptivos trabajados en Mangrove y Lovers Rock. Por momentos, se nos ofrecen registros de esos escenarios que adquieren cierto carácter documental, con el característico posicionamiento crítico de McQueen. Ese espacio educativo es desorden, caos e irresponsabilidad didáctica disfrazada de “libertad y experiencia” para los jóvenes inexpertos que acuden ahí. Basta con remitir a la escena del desaliñado docente entonando los versos del clásico House of the Rising Sun sin ningún tipo de encanto ni esfuerzo musical. ¿Dónde está el propósito en la enseñanza cuando se confunde la “libertad creativa” con no hacer absolutamente nada? ¿La culpa es de los pobres chicos indisciplinados o de las instituciones educativas?
Hacer memoria con imágenes de la niñez
Hay que admitir que los mejores momentos de Small Axe: Educación los detectamos cuando McQueen hace pausas dramáticas. Esas suspensiones narrativas que elevan el tratamiento formal desde los aspectos visuales, son lo más destacable. Podemos hablar de los planos cerrados, que capturan el desastre y el desprecio en esos espacios. O bien los encuadres estáticos que muestran la pesarosa cotidianeidad de Kingsley y su familia.
Hacia la segunda mitad de esta breve entrega, el director se inclina hacia lo narrativo, con transformaciones que conviene no revelar. Finalmente, se expresa el fuerte repudio a una operación educativa británica que busca excluir a aquellos alumnos considerados distintos y marginales. La lógica segregacionista de quitarse de encima a las minorías que molestan se sigue repitiendo, y Steve McQueen elige aquí hacer memoria. Tal vez una memoria visual de espectros de su propia infancia, o tal vez una resignificación de una catástrofe educativa actual.
Conclusión de 'Small Axe: Educación'
Small Axe: Educación, grabado íntegramente en 16 mm, nos ofrece la relectura definitiva de Steve McQueen de la mejor manera posible: partiendo de la niñez, aquél momento de la vida en donde surgen las motivaciones por conocer el mundo que nos rodea. Se nos muestra qué ocurre cuando el camino de aprendizaje hacia esas motivaciones es sesgado con intenciones engañosas, por entidades que se suponen incuestionables. Este último episodio puede resultar muy breve para lo que pretende retratar, y por eso McQueen subraya demasiado algunos momentos que rozan el inverosímil. Sin embargo, es el mejor cierre que podríamos haber pedido para Small Axe.
Publicado originalmente en Cinemagavia (España).
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